I
-Primero que todo, señores pasajeros: Muy buenos días, -espera un saludo de vuelta- gracias por su bonita educación.

Hoy vengo a hablarles sobre su entrada en el reino de los cielos.

Todos sabemos que debemos seguir los mandamientos que estan en la biblia: No matarás, No cometeras adulterio, No hurtarás, No dirás falso testimonio, Honra a tu padre y a tu madre y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Debemos amar a Dios sobre todas las cosas, hoy vengo a difundir su sagrada palabra y alertarlos de un gran peligro que puedo intuir en los ojos de todos ustedes.

El apego queridos hermanos es algo que esta mancillando cada una de sus almas, cuando un joven le pregunta a Jesús que le hace falta para poder tener la vida eterna, este le responde:

"Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, así tendrás tesoro en el cielo; ven y sígueme."

El día de hoy yo vengo en nombre de Dios para que ustedes pueden hacer el ejercicio del DESPRENDIMIENTO.

-Saca de entre su cinturón una pistola-

No me mire así señora, yo no estoy amenazando a nadie.

Ahora, yo voy a ir pasando con esta bolsa por cada uno de sus puestos para que vayan dejando todos esos objetos que los atan al mundo terrenal, aquellos que los estan corrompiendo por su valor monetario pero no espiritual.

-Va caminando por el pasillo del bus, acercando la bolsa a los pasajeros con la mano derecha y señalandola con la pistola con la izquierda.-

Hoy estan recibiendo un gran regalo, ya deben estar sintiendo una gran ligereza celestial.

-Todos van dejando sus celulares, billeteras y aparatos-

No se guarden nada, queridos pasajeros, Dios castiga fuertemente la codicia.

-Mira inquisitivamente a una mujer que va al lado de la ventana y no quiere despegar su mirada de la calle-

Usted también señorita, no ignore la palabra divina. Aquellas gafas que lleva puestas se ven lujosas, échelas en la bolsa por el bien de su alma, junto con lo que hay dentro de su cartera.

-Al llegar a la puerta trasera toca el timbre-

Muchas gracias, señor conductor por dejarme subir. Bendiciones a todos.

-Se baja del bus y rapidamente y se le ve doblando por una esquina en un barrio de callejones intrincados-
...
II
La fila que parece infinita esta acompasada por aquel timbre del biometrico, un sonido que es tortura en la mañana y alivio al atardecer. Uno por uno van saliendo los trabajadores, ponen su huella y el tablero electronico les muestra las horas que hicieron en el día. 7h y 12min -pip-, 6h y 22 min -pip-, 8h y 47min -pip-...

M pone su huella: 9h y 0min. Le genera gran satisfacción lograr marcar horas exactas, sabe que el sistema redondea hacia abajo cuando es menos de un cuarto de hora, así si ella marca por ejemplo 5h y 13min, a final de mes solo tendra cinco horas por ese día. Sabe también que el sistema puede favorecerla, si para completar una hora le faltan menos de 15 minutos el sistema se lo redondeara por arriba, entonces 5h y 48min se convertirian en 6horas.

M se embarca en calculos a su hora de salida: desde su piso a la puerta del sotano son 5 minutos,la fila pueden ser unos 5 u 8 minutos, si tiene que pasar por el casillero en el primer piso eso le suma otros 3 minutos, media hora antes de dejar su puesto de trabajo ya se pone inquieta, odia ver aquellos minutos extras en la pantalla, que a la final es lo que normalmente sucede.

A veces al ver que ha perdido su oportunidad de marcar una hora exacta o quedar en esos 15 minutos antes de llegar a completarla, decide no irse y así no quedar por encima. Su jefa se presenta como el mayor obstaculo para su objetivo neurotico, en las ultimas horas de la tarde se acuerda de pedir los informes, las facturas, pedidos y cualquier otra cosa que el día demande en su lista de "pendientes".

M se hace a un lado de la puerta para esperar a J, que hoy se ha demorado un poco, delante de ella cuenta siete personas. Desde allí escucha el "pip", sonido que le hace pensar que al llegar a casa tiene que ir a hacer el mercado,-pip-, y luego esta lo del arriendo que por cierto no pago completo el mes pasado,-pip-, la cuenta de la tarjeta de credito que piensa refinanciar, porque ya lleva tiempo sin pagarla y los intereses son cada vez más altos,-pip-, los servicios públicos que son ineludibles,-pip-, se daño la lavadora,-pip-, el credito de estudio que no paga hace años,***pip***.

J la despierta de su ensoñación: "Deje de echar globos, mijita... Apúrele, que se nos llena el bus!". J la coge del brazo, empiezan a caminar rapidamente por el sotano y van dejando atras los autos de aquellos empleados que no tienen que pensar en la congestión dentro del transporte público. M se suelta sutilmente de J, en los años que lleva en la empresa no ha querido generar vinculos demasiado estrechos con nadie y se cuida de los gestos de cercania.

No muy lejos las luces de una camioneta gris se encienden, reconoce al instante la camioneta de su jefa. Ellas se acercan cada vez más al auto, M se da cuenta que su jefa esta hablando por celular mientras mira en dirección opuesta a ellas, M sabe que ella no es muy diestra ni para parquear, ni para sacar el auto de aquel espacio. Como un relampago llega a su cabeza la idea de apresurar el paso, aprovechar la curva y el descuido, y en un golpe -que a la final no va a ser tan fuerte-, chocar contra el capó y si acaso contra el panoramico. Luego obtener una compensación, demandar a su jefe, a la empresa, al seguro, a quien pueda. No volver a ese trabajo y en general no tener que trabajar por un tiempo. La idea de algun hueso roto no suena tan mal, si en todo caso se puede quedar en la cama, viendo la tele, pidiendo comida a domicilio y sin preocuparse por las deudas.

Toma impulso y piensa: "Tal vez no me haga ni un rasguño", acelera dejando atras a J y acercandose al cruce de su parcial libertad.

Estando muy cerca de su cometido, siente que algo la retiene y escucha una voz alterada: "Muñeca, con cuidado!, la va a terminar pisando un carro por andar así de distraida!, ¿En qué anda pensado, mija?!".

M se queda callada, se siente frustrada, pero sabe que todo aquello era una locura. Vuelve a pensar en las cosas que debe hacer al llegar a casa, todos los meses dice que va a hacer una lista de obligaciones para no olvidar nada, pero nunca la ha hecho. Eventualmente alguna cosa se queda sin hacer o sin pagar.

M lanza un suspiro largo y sin meditar mucho dice: El dinero es un juego perverso.

J no le presta mucha atención, ve a M como una mujer extravagante que le queda tiempo para pensar en bobadas, quisiera decirle que mejor le convendria hacerse un novio o incluso pensar en una familia, a cierta edad es mejor "sentar cabeza".

Finalmente no le dice nada, ignora su comentario y despues de intercambiar unos cuantos gestos de despedida con la jefe, las dos siguen su camino hacia el paradero.






...
III
Carlos se sentía un poco estupido mientras exprimia unos cuantos limones: ¿Por qué ofrecer una limonada a una visita inesperada?, ¿acaso no habían opciones más practicas? Podría haber sacado un par de cervezas de la nevera y no estar en la penosa tarea de sacar el jugo de los limones con ayuda de un tenedor. Y en todo caso, no parecia tampoco la opción más adecuada, era mejor algo caliente a esa hora y con aquel frio.

Mientras añadia el agua a la jarra, trataba de hacer cuentas de hace cuanto no la veía. Seguramenta ya estaba cerca de completar tres meses desde aquel chat escueto: "Estoy ocupada en cosas que no entenderías, no quiero ver a nadie." Él la habia llamado y escrito con insistencia, mensajes sin ver se acumularon durante días y semanas. Primero le habia escrito con resignación, luego con rabia incluso con burla, a veces se disculpaba por sus mensajes venenosos que se sucedian a mensajes de frustración con recriminaciones y aun más rabia, finalmente paso a escribir de vez en cuando un: "Hola" o "Estas bien?". Recuerda un día que se sintío ablandado por recuerdos dulces y en un arranque de indulgencia escribío: "Estaré aquí por si me necesitas".

El poco tiempo que pudo conocerla, él lo describiría como: "Era demasiado buena para ser verdad". Despues de algunos fracasos con citas y relaciones, todo parecia fluir con ella, cada vez que salían todo parecia apacible, cuando la llevo a su casa, ella hizo de su lugar "una segunda guarida" (ella utilizaba ese termino que siempre le parecio demasiado extravagante), pasaban varios días juntos y todo era intenso pero dulce. Él no llego a conocer donde vivia, tenia una idea vaga al respecto, al igual que con otras cosas; no sabia mucho ni de su familia, ni de sus amigos, sabia que trabajaba como freelance de sitios web, aunque nunca llego a ver ninguna pagina que ella hubiera hecho o en la que hubiera colaborado.

Cuando ella dicidió no hablarle más, él no sabía donde encontrarla que no fuera por internet. Y justamente allí era donde se habían conocido; en una App de citas, duraron algún tiempo hablando hasta que finalmente se vieron e iniciaron un romance. Carlos era consciente que este tipo de desapariciones cuando se sale con alguien de aplicaciones era comun, pero el mensaje que anunciaba aquella ausencia no dejaba de inquietarlo. Y ahora imprevisiblemente la tenia a ella sentada en el sofá de su sala como si aquel tiempo hubiera sido una alucinación.

Mezclando el azucar, se sentía abrumado por no saber que decirle, durante esos meses había imaginado conversaciones y escenarios posibles de encuentro. En algunas de sus fantasias todo terminaba en una reconcilación que daba lugar a un encuentro sexual que era como fuegos pirotecnicos, en otras, él la insultaba y humillaba y sentía que recuperaba algo de su dignidad perdida con ese desquite. Ahora estaba en blanco, esto era demasiado real y se sentia desbordado. No queria salir.

Desde la cocina le pregunto si tenía hambre, que justo antes de su llegada él estaba a punto de preparar la cena. Ella se negó un poco, pero despues de la insistencia de Carlos, le dijo que si, que se quedaria a cenar. "No me demoro nada, si solo es sacar un par de cosas de la nevera, calentar y listo. Si quieres pon algo de música, en la mesa esta el parlante". ella puso la radio en una emisora de pop, que a esa hora tenía una franja de música "disco y noventera". Mientras sonaba Stayin' alive puso a asar dos pedazos de pollo y busco en el congelador unas papas precocidas para fritar.

Mientras saltaba el aceite de la olla donde estaban las papas, él pensaba en que tal vez todo pudiera ser como antes con ella. Lo mejor sería cambiar la limonada por otra cosa y que fuera una velada más romantica. Recordó que en la nevera había algo de un vino barato que le había sobrado de una reunión improvisada con algunos amigos, decidío sacarlo y ponerlo a calentar a baño maria para mejorar su sabor. En todo ese rato no le había intentado hablar desde la cocina, ni se había atrevido a decirle que lo acompañara mientras hacia la cena. Carlos estaba nervioso y trataba de dilatar el tiempo a toda costa.

Cuando ya todo estaba listo para servir se decidió a poner un pedazo de aguacate en cada plato, la cena aunque no era la más esmerada, parecia apetitosa. Sirvio en dos copas - que Carlos reviso minuciosamente para ver si estaban bien limpias- el vino, que ahora estaba tibio. Afuera sonaba una canción de ABBA, Carlos alistaba los cubiertos y le ponia un ultimo toque de oregano al pollo. Era el momento decisivo, tendría que salir de la cocina y confrontar aquel encuentro, tomo los platos y salio en dirección a la sala.

Ella ya no estaba en el sofá, Carlos dejó los platos sobre el comedor y fue hacía la puerta del baño: "Mariana, estas ahí?", no recibio respuesta, miro rapidamente en su habitación; allí tampoco estaba. Volvio a la sala, se sentó en el sofá que ella ocupaba hacía unos minutos, en la mesita de centro pudo ver un pequeño papel que parecia arrancado de algun cuaderno, en él ella había escrito:

"Lo he decidido,
No tengo a nadie y soy feliz.

Así es mejor, Chao Carlos!"

Carlos estaba pasmado, involuntariamente empezaron a deslizarse lagrimas por sus mejillas, se acurruco en ese mismo sofá mientras escuchaba el último coro de la canción de la radio:

"Honey, I'm still free
Take a chance on me
Gonna do my very best, baby can't you see"











...
- Hay que servir la leche bien caliente, las pastillas las puede poner primero en el pocillo. Acuerdese son tres: Clonazepam, Fernobarbital y Risperidona. Luego le echa el café, son dos cucharadas. A ella le gusta que quede dulce, por las pastas el café se amarga, pongale tres de azucar morena.

Rita mezcla esmeradamente el menjurge. La cuchara tintinea ritmicamente con el pocillo.

-Tiene que mezclar muy bien, a veces las pastillas se quedan pegadas y es como no hacer nada. No esta de más decir que no debería probar el café -Rita se ríe imaginando el descuido-. A mi me ha pasado, sin pensarlo se lleva la cuchara a la boca para probar si esta bien de azúcar y luego uno recuerda que esta probando un coctel de pastillas.

Tania presta atención, existe un guión y unas acciones muy puntuales para cuidar a la abuela. Por ejemplo, ha de decirle a la anciana que falta un cuarto para las siete, para que ella se cepille los dientes. Esto debe decirselo en la mañana, al mediodía y despues del café. Rita le había dicho que ese truco era lo unico que hacía que se parara de la silla directo al baño.

Para lograr que se duche tendría que decirle que en la tarde vendría la señora Gripina a tomar las onces, sin embargo le habían advertido que esto no siempre funcionaba y la anciana simplemente hacia como si no hubiera escuchado nada. Entonces debería empezar a probar otras cosas, la anterior enfermera logró que la anciana se duchara voluntariamente un par de veces diciendole: "Qué calor hace, sería muy bueno comer un helado!".

No habían relojes en la habitación y el televisor siempre debia permanecer cubierto con un mantel blanco. Al frente de la ventana estaba una mesa redonda y mediana con dos sillas blancas enfrentadas. La ventana daba hacia los tejados de asbesto de las casas vecinas, era una vista demasiado lugubre. La anciana pasaba todo el día en esa habitación, se senraba en el sillón largas horas sin decir nada, en esa esquina permanecia la mayoria del tiempo, se levantaba solo cuando llegaba la comida o cuando se le antojaba estirar las piernas y decidia dar unos cuantos pasos del sillón al closet.

Tania no le parecia demasiado problema todos esos detalles, solo la inquietaba la presencia de la perra, un animal ya gordo y lento por lo años que cargaba encima, pero no por eso menos guardian y activo. Mientras Rita le explicaba todos los por menores del trabajo, la perra las había seguido, olia a Tania y soltaba unos gruñidos cortos. Ahora que se estaban dirigiendo a la alcoba de la anciana, la perra había empezado a menear la cola y jadear, parecia estar contenta y solto un par de ladridos mientras rascaba la puerta.

- ¿No es hermosa esta perra? Ella a la final es la que esta pendiente las 24 horas.

Frente a eso Tania no podia competir, tendría que llevarse bien con la perra, incluso mejor que con la abuela. Cuando entraron, la perra se hizo a los pies de la anciana, que no se inmuto demasiado y tenia la mirada perdida en no se sabe que cosas.

-A veces la perra es celosa, tenga paciencia, la abuela es su mundo.

Tania ya se empezaba a imaginar lidiando con la perra: gruñidos, ladridos, ese cuadrupedo interponiendose en sus labores. Y nada de eso lo podría cambiar porque a la final la que cuidaba a la abuela era la perra, por mas que ella hiciera todas las cosas necesarias para que en la cotidianidad la anciana existiera. Tania pensó por un minuto que para esa familia la estaban contratando como ayudante de aquel animal.

Al acercarse a saludar a la abuela, el animal gruñó, la abuela la miró pero no le dijo nada. La anciana impasible siguio inmersa en si misma. Tania pensó que así serían los días venideros. La perra, la anciana y ella en esa habitación, sin música y en la semi penumbra por el velo de la ventana. Sintio que allí el tiempo era pesado e informe, que un día terminaria tomando el desayuno a la hora de la cena, que ya no saldría de ese cuarto, que el televisor se prendería y vería su vida pasada como en una pelicula. Entonces la perra se pararía en dos patas y les traería la comida y las haría asearse a punta de engaños. Y finalmente olvidaría como empezó todo, y ya no soportaria ver la televisión porque se le haría algo lejano pero familiar, la frustación de no poder recordar le haria apagarla para siempre. Se quedaría quieta esforzandose en darle sentido a nombres o caras que llegaran al azar.

El silencio llenó todo el espacio, no hubó más instrucciones, ni presentaciones o formalismos. Tania escuchó como el viento cerraba la puerta y se daba inicio a su primer día de trabajo.














IV
...
V
Mire, toca sacar toda la mata, se esta pudriendo.